“(…) Y un tipo o polo esquizo-revolucionario que sigue las líneas de fuga del deseo, pasa el muro y hace pasar los flujos, monta sus máquinas y sus grupos en fusión, en los enclaves o en la periferia, procediendo a la inversa del precedente: no soy de los vuestros, desde la eternidad soy de la raza inferior, soy una bestia, un negro.” (Deleuze & Guattari)

martes, 28 de octubre de 2014

La psiquiatrización de los niños o el desarrollo normativo para ser adultos

Muy distinto a lo que se cree habitualmente, no se patologiza a la infancia porque se quiera -al menos ahora- excluir a los niños que antes cargaban con diagnósticos de “idiotismo”, o ahora con “trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)” y otros, se realiza este proceso a cargo de la escuela, la psiquiatría y parte de la psicología porque se pretende la normalización forzosa de aquellos niños a priori desviados o resistentes a la norma. La creación de está norma es también la construcción de un “desarrollo” que determinaron instituciones médicas y pedagógicas para todos los niños, esté desarrollo pretende ser verdad y a la vez tiranía de la regulación de la infancia. Tal como decía Foucault, “el desarrollo es común a todo el mundo, pero lo es más como una especie de óptimo, una regla de sucesión cronológica con un punto ideal de culminación”(1), este punto final que Foucault se refiere como “ideal” es la llegada a la identidad “adulta”. El adulto no es nunca un ser natural, es una creación jurídica, médica e identitaria, que debe portar y reconocer sobre sí mismo el sujeto “normal y sano”. La adultez es entonces el arquetipo de la sociedad disciplinaria y el orden dominante.

lunes, 27 de octubre de 2014

Entre delincuentes nos entendemos

Cualquiera dira que lo siguiente es una defensa al delincuente y al criminal, o una suerte apología a estos, pero no es lo uno ni lo otro. En realidad pretendo sumarme a una no tan nueva iniciativa, la de reapropiarnos del crimen y la delincuencia, nociones con pasados históricos y distintas sensibilidades sociales frente a ellas. Me gustaría referirme al delincuente y al criminal siempre como enemigos públicos del orden burgués. Es cierto que ambas especies son creaciones jurídico-disciplinarias con fines persecutorios; de juicio, corrección y castigo. No obstante por ahora me parece una estrategia de resistencia abrazar el crimen y la delincuencia, no como creaciones o identificaciones jurídicas, sino como los agenciamientos periféricos y disidentes frente a los estados ordenados y disciplinarios. El delito y el crimen son siempre políticos, porque se enmarcan en determinados contextos políticos, entonces politizarlos en la disidencia será extremadamente necesario. En mi intolerancia me cuesta entender porqué algunos críticos prefieren llamarse, o peor aún, identificarse así mismos como los "luchadores sociales y/o populares". Como leí por ahí, la verdadera resistencia se encuentra donde uno menos lo espera, en ese sentido y no otro creo que cuando todo delincuente y criminal se encuentren como disidentes, deviene la revuelta. Habrá que dejar de desenmarcarse o de temer a los flujos de antipoder que se avecinan en la delincuencia y el crimen. Pero si deberemos desmovilizarnos de lo que llaman "social" y "popular". De seguro aparecerán luchadores mediaticos y moralistas que nos acusen de criminalizar la protesta, y tal vez eso hacemos. Pero con mis amigas no queremos protestar, queremos hacer la guerra. Ellos se regocijan de su ilusoria pureza de luchadores de esa ficción que llamaron "pueblo", nosotras no desconocemos que entre delincuentes y criminales se encontrarán pensamientos repudiables, en todo caso parte de politizarnos será dejar de ser humanos, promover nuevas formas de subjetividad y abandonar la tonta búsqueda de la pureza.

martes, 21 de octubre de 2014

Ociosidad y locura. El ocio como elemento subversivo

"Tu trabajo no te satisface, simplemente está impuesto por la Sociedad, sólo es una carga, un deber, una tarea. Recíprocamente, tu Sociedad no te satisface porque no te suministra más que trabajo. El trabajo debería satisfacerte en cuanto hombre, pero, por el contrario sólo satisface a la Sociedad; la Sociedad debería emplearte como Hombre, pero no te emplea sino como un trabajador indigente o un indigente trabajador."
Max Stirner

El ocioso es un fugitivo y revoltoso histórico, en su rechazo al trabajo se encuentra su revuelta, es la piedra en el zapato de los estados disciplinarios y del orden burgués, no por su fracaso para la sociedad capitalista sino porque se encuentra en un estado de ocio, que al igual que la soledad son elementos prohibidos. Resulta inaceptable para el orden social que existan ociosos en un mundo donde la obligación al trabajo no es sólo un asunto económico, es también cuestión ética y moral. Esa tortura que es el trabajo se presenta no como una obligación (aunque obviamente lo es) sino mucho más como valor simbólico. Dirán que "el trabajo dignifica", o inclusive será correctivo o terapéutico para el delincuente, para el miserable y por supuesto para el ocioso; esto no será mera casualidad. Si revisamos la historia pasada entenderemos el acercamiento del ocio (incluyendo cualquier tipo de rechazo al trabajo) a la patología y enfermedad.
El ocioso como activista de fuga no fue entendido como un agente político (a veces fue pecador para la religión) ya que fue sometido mucho mas desde el discurso médico-psiquiátrico. El ocio por ser un peligro para el capitalismo se objetivará como una enfermedad, a la vez con su respectiva cura: el trabajo.

Desde el siglo XVI el ocioso comenzará a ser sometido y entendido en la cultura europea como un "enemigo público"; surgirán entonces dos peligros para el orden burgués: la locura y la ociosidad, conceptos que ahora significarán lo mismo. Michel Foucault dirá que el internamiento médico de los locos partirá encerrando a los mendigos y ociosos, ejemplificándolo en el "Hospital General de París", que perseguía estos fines: "Desde el principio, la institución se proponía tratar de impedir "la mendicidad y la ociosidad, como fuente de todos los desórdenes". (1) La locura y el rechazo al trabajo se acercaron porque en la época clásica el loco aparece en el campo de la inutilidad social. Foucault citará una ordenanza jurídica inglesa del siglo XVI en contra de los ociosos (2): "a todos aquellos que viven en la ociosidad y que no desean trabajar a cambio de salarios razonables, o los que gastan en las tabernas todo lo que tienen". Es preciso castigarlos conforme a las leyes y llevarlos a las correccionales; en cuanto aquellos que tienen mujeres y niños, es necesario verificar si se han casado, si sus hijos han sido bautizados, "pues está gente vive como salvajes, sin ser casados, ni sepultados, ni bautizados; y es por esta libertad licenciosa por lo que tanto disfrutan siendo vagabundos".
La ociosidad con más fuerza en el siglo XVII se llevará al campo de la enfermedad; desde la protopsiquiatría no se tardará en proponer las casas de trabajo forzoso como terapia. La psiquiatría es una institución policíaca de la subjetividad dominante, nace al servicio de la Norma y del poder político hegemónico. Como tal, la institución psiquiátrica debió patologizar y perseguir al ocioso, quién era un fugitivo siempre en cercanía con la locura. Desde el poder psiquiátrico el ocio se encontrará como característica propia de la "enfermedad mental". Los psiquiatras, entonces, debieron crear una serie de tratamientos que obligarán al ocioso a trabajar, y como éste era también un loco que, atrapado en su delirio no le daba valor al salario del trabajo, es preciso imponerle la realidad del sistema. En otras palabras, se trataba de que el ocioso reconociera el valor del dinero y la necesidad de trabajar para obtenerlo. (3)

El ocio debe ser reconocido y reivindicado por su valor subversivo frente al trabajo: el corazón del sistema. El ocioso debe encontrarse enmarcado en el llamamiento que alguna vez hicieron anarquistas como Alfredo Bonnano (4) o Bob Black, a destruir y abolir el trabajo como "la fuente de casi toda la miseria en el mundo". (5)


Notas (1). La Historia de la Locura en la Época Clásica, Vol 1, Michel Foucault (1961)
(2). La Historia de la Locura en la Época Clásica, Vol 1, Michel Foucault (1961)
(3). Michel Foucault describe en algunas de sus clases (transcritas en el libro "El Poder Psiquiátrico") que realizó en los 70, como la psiquiatría transformo el "trabajo" en terapia, y obligo al loco a someterse a la obligación de trabajar.
(4). Destruyamos el trabajo, Alfredo M. Bonanno
(5). La abolición del trabajo, Bob Black

sábado, 18 de octubre de 2014

Despojarse de la identidad

La identificación tiene siempre fines administrativos, se busca el control y sujeción a través de la imposición/construcción de una identidad, que a su vez desprende de ella al "individuo"; un Ser personalizado. Será necesario entonces un devenir anónimo, o sea desindentificarnos, bien decía Foucault -"...el objetivo más importante no sea descubrir qué somos sino rehusarnos a lo que somos". (El Sujeto y el poder)

Despojarse de la identidad implicara asesinarnos a partir de la humanidad; el Humano es una creación que será necesario destruir en pos de la animalidad, ésta no natural, sino fugitiva de lo que hasta ahora hemos sido.

Una identidad no es nunca inocua, funciona a través de los aparatos de verificación que la configuraron para la producción de un tipo de subjetividad individualizante. Se construye el arquetipo; él individuo normal, psicológicamente sano. Debemos entonces apropiarnos de nuevas formas de subjetividad que impliquen la despersonalización y destrucción del individuo normal.

"Franny escucha una emisión sobre los lobos. Yo le pregunto: ¿te gustaría ser un lobo? Respuesta altanera: “qué tontería, no se puede ser un lobo, siempre se es ocho o diez, seis o siete lobos. No que uno sea seis o siete lobos a la vez, sino un lobo entre otros lobos, un lobo con cinco o seis lobos”. Lo importante en el devenir-lobo es la posición de masa, y, en primer lugar, la posición del propio sujeto respecto a la manada, respecto a la multiplicidad-lobo, la manera de formar o no parte de ella, la distancia a la que se mantiene, la manera de estar o no unido a la multiplicidad."

jueves, 16 de octubre de 2014

Auto-ostracismo o una fuga creadora

El ostracismo era un mecanismo que tenían ciertas instituciones en la Antigua Grecia para excluir de las polis a determinadas personas que resultaran molestas, cabe decir que esto era un proceso enmarcado en la democracia. Entonces cuando hablo del auto-ostracismo me estoy refiriendo a auto excluirse, a veces solo para encerrarte en la casa. Pero el auto-ostracismo es siempre una mezcla entre la ficción y la realidad. Cuando queremos autoexcluirnos, encerrarnos en "nuestras" propias casas no nos estamos liberando de nada, y lo sabemos, posiblemente ni siquiera huyamos realmente. Pero esta búsqueda del auto-ostracismo no es en pos de una libertad prometida, sino es producida por el cansancio, porque nuestras potencias están agotadas y al borde del quiebre, ya no hay un residuo de tolerancia que nos invite a soportar la vida que nos presentan. Al igual que la soledad, el auto-ostracismo se encuentra en el campo de lo prohibido, después de todo parte de obligarnos a salir de "nuestras" casas y a sobresocializar es a través de nuestras necesidades artificiales y no, en todo caso para comer y tener donde dormir, tenemos que salir y producir. El auto-ostracismo es entonces ilusorio, de todas formas autoexcluirse siempre significara una fuga creadora, o pensemos en personajes como Henry David Thoreau o el unabomber.

sábado, 11 de octubre de 2014

niñas disidentes

"Como cucarachas en primavera aullamos. Como sarna de callejeros formamos jaurías en las noches des-centricas de algo parecido a una ciudad. ¿QUE QUERÉS SER CUANDO SEAS GRANDE? no nos interesa crecer, no queremos dejar de ser niños Si nos perdemos, mejor. Traigan sus juguetes, les invitamos a jugar a todo menos a ser grandes" el ex burdel de la colina.

En principio todas fuimos disidentes; es decir éramos niñas, no obstante ello no quiero que esta declaración política se vuelva una suerte de romantización de eso que llaman ser niños, aunque sin intención puede caer en ese error fatal. La disidencia deviene en la fuga del niño de la norma del padre, éste su eterno enemigo. Siempre en conflicto con la sociedad de los adultos, el niño debio ser asesinado, y esta muerte significó que su potencial revolucionario se consumiera en la nueva creación que le han impuesto. El niño muere y aparece el Hombre adulto razonable, es un nuevo Ser jurídico-disciplinario dispuesto a todo por aplastar la fuga.
El devenir de los niños implica necesariamente ser huérfanos y enemigos de los padres, éstos son los soberanos qué en primera instancia subjetivizan las cuerpas, y llevan la vida a obligaciones, contratos, y normas a cargo de los adultos. Entonces ser también enemigos de los adultos que se encargaron de construir los soportes de violencia simbólica, discursiva y física; todas ellas normadas bajo lo que ellos llamaron familia y amo-r.
Tampoco se tratara de una cuestión etaria, muchos menos de una forma de apelación a conceptos propios de la psicología del desarrollo como infancia u otros, en realidad hablo de destruir lo que atrae asociado la identidad-adulto, por lo cual devenir de los niños no será una identidad subalterna o etapa bonita como postulan los románticos "pro-niños", sino un rechazo absoluto de la identidad y sus aparatos, una línea de fuga. Seremos niñas huérfanas, sin padres, o sea sin amos; significará desterritorializar nuestras añejas vidas, destruyendo ladrillo por ladrillo como las hemos vivido hasta ahora.
La reconciliación como muchas otras entre niños y padres no sucedera como querían, en todo caso será necesario el devenir de la manada vagabunda en un llamamiento a matar al padre y a la familia amo-rosa, pero esto será un juego, porque jugar al Caos es el atentado contra el estado norma-l de las cosas.

martes, 7 de octubre de 2014

El asesinato de la familia o el devenir a la manada

La familia es la institución de soberanía e individualización que se sigue promocionando con fuerza desde los discursos humanistas, mediáticos, de poder político, y a veces de los llamados críticos. No conviene su abolición, es precisa su reforma interna para justificar su existencia frente a posibles fugitivas. La familia, al ser soberana de los cuerpos, administra sus vidas, les impone compromisos, normas y se encuentra en funcionalidad con las instituciones disciplinarias; se desarrolla entre la familia y éstas, una cohesión necesaria para la normalización del niño. Michel Foucault decía: "...la familia, en cuanto obedece a un esquema no disciplinario, a un dispositivo de soberanía, es la bisagra, el punto de enganche absolutamente indispensable para el funcionamiento mismo de todos los sistemas disciplinarios"(1). El padre soberano escolariza al hijo, la escuela hace el resto. Foucault dirá que "para estar obligados a ir a la escuela, es preciso que actúe esa soberanía que es la familia" (2). Se trata de producir individuos normales, evitando la fuga creadora; se ejecuta entonces, el asesinato de las niñas por guía familiar. Pero la familia no se nutre sólo de su modelo tradicional, sino mucho más de los procesos de reformas que le han modificado sus apelidos, PARTE de mantener esta vieja institución se trata de codificar su presentación, pero dejando su fin soberano intacto. Por esto último, tiene sentido hacer perdurar ciertos contratos sociales (puede ser por asunto jurídico o ético): maternidad obligatoria, vida en pareja monogámica, reconocimiento de los hijos, prohibición del incesto. Dichas obligaciones se suelen enmarcar en retóricas humanistas y/o románticas que también les justifican.

El asesinato de la familia no es tan simple, cuando su estructura se encuentra en crisis -como sucede hoy-, no es sinónimo a priori de un buen porvenir, puesto que en la familia hecha trizas se introduce una serie de dispositivos disciplinarios disfrazados de "asistencia social". Aparecerán entonces, los orfanatos, escuelas de tiempo completo, correccionales de posibles marginados, y la no menos importante terapia psiquiátrica. En todas esas instituciones se tratará de conservar el modelo familiar. Llegarán los vigilantes, ahora llamados "tíos", se sumarán los carceleros, psicólogos o pedagogos de la subjetividad dominante, bajo el nombre de "hermanos mayores". En todo caso, se sigue tratando de conservar esa familia ausente. Algo parecido decía David Cooper: "La familia, como ya hemos visto, se ve repetida indefinidamente en su anti-instintividad por todas las instituciones de esta sociedad" (3).

Creo que la reforma es nefasta y se debe destruir a la familia, pero CON un proceso de entropía acompañado de un devenir de la manada y de los niños huérfanos. Abandonar la paternidad se tratará no sólo de caminar a la extinción, sino también de desarrollar un campo de resistencia y desterritorialización en la relación que tenemos con las niñas que llamamos hijas. Es preciso dejar de ser padres, matar al padre soberano, abolir este rol para destruir cada cuestión asociada; entonces, nos volvemos niñxs todxs. Manada solidaria sexual-afectiva y ya no (más) familia.


Notas
(1) Clase del 28 de Noviembre de 1973, El poder psiquiátrico, Michel Foucault
(2) Clase del 28 de Noviembre de 1973, El poder psiquiátrico, Michel Foucault
(3) La Muerte de la Familia, David Cooper (1971)

domingo, 5 de octubre de 2014

El Amanecer. Tres años

"En la okupa. En la orgía. En la revuelta. En el tren o el pueblo ocupado. Nos volvemos a encontrar.
Nos volvemos a encontrar
como singularidades cualquiera. Esto es,
no sobre la base de una común pertenencia,
sino de una común presencia."

TIQQUN

Nunca fuimos anarquistas, o es que nunca se trato de serlo, nunca pretendimos el reconocimiento, de antesala quemaríamos la identidad en pos de eso que llaman anarquía, pero siempre como niñxs huérfanos. Cada herramienta paso a ser un arma. Cada palabra se transmuto en un insulto, cada amiga y aliado tuvieron significantes singulares-resistentes. En ese flujo colectivo egoísta tuvo sentido el pasquín, se dijo así mismo anarquista no por lo primero, sino por un devenir ácrata. 

jueves, 2 de octubre de 2014

y la guerra apenas ha comenzado (cortometraje)

"En el gran cuerpo social del Imperio, en el gran cuerpo
 social del Imperio que tiene la consistencia y la inercia de una medusa varada, en el gran cuerpo social del Imperio que es como una enorme medusa varada con toda su redondez sobre toda la redondez de la Tierra, se han plantado electrodos, centenares, miles de electrodos, un número increíble de electrodos.
De tipos tan diversos que incluso ya los hay que ni parecen electrodos.
Esta el electrodo Tele, por supuesto, pero también el electrodo Dinero, el electrodo Farmacéutica y el electrodo Jovencita."
Et la guerre est a peine comencée
y la guerra apenas ha comenzado (Et la guerre est a peine comencée), cortometraje, anónimo, guión incluido en "Llamamiento y otros fogonazos".

Odio al Hombre

En estos tiempos donde la biopolitica logra su prometido; naturalizar, parece necesario escoger un bando, en ese caso me inclino a odiar esa ilusión y realidad que llamamos Hombre. Si antes todo se quedaba en una asignación forzosa de género o identidad, hoy día su propia falsa crítica es un dispositivo performativo y policial de la identidad, ese iba ser el triunfo del biopoder. Cuando la mujer que supone ser crítica se sienta (¿sentir?) y regocije de “ser” mujer, cuando “ser mujer” sea bandera de lucha, o la vagina con las flores de colores sea equivalente a un monumento falocéntrico, creo que haría falta pensar en Simone de Beauvoir cuando decía –“ No se nace mujer: llega una a serlo. Ningún destino biológico, físico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; la civilización en conjunto es quien elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica como femenino”.