Este sin duda ha sido un año de lo peor, ya no me interesa reflexionar sobre el virus tan renombrado por todos lados, ni siquiera asustarme o buscar generar temor en mis amigxs, menos aún continuar siendo un policía sanitario para que mis sujetxs queridxs se cuiden, inclusive mis niñxs cercanxs son victimas de esta paranoia adulta. Ya estamos a nada del "mes revolucionario" para mantener los discursos reaccionarios biopoliticos, lo que si he tenido claro es que ha sido un año de la caca. Si bien pobreza se agudizo o se visibilizo, no así los/mis ánimos y las pasiones, he bebido pisco con más blanca que nunca, he escuchado más pop que nunca, he evadido un toque de queda como nunca pensé que podría hacerlo, estaba seguro que esas medidas fascistas ya las habíamos superado para mi joven edad. Es posible que en este año más que nunca cobra sentido aquella frase foucautiana: el orden de los estados no tolera ya el desorden de los corazones. Es cierto que los corazones están con más locura, desorden, pasión y tristeza que hace mucho tiempo al menos yo he visto, aconsejo siempre relativizar mis propias miserias al pensar en aquellos que el año pasado fueron asesinadxs, violadxs o quedaron sin ojos, en el arroyo me sostengo cuando pienso en Gustavo o Fabiola. La ternura de las miradas cómplices debe mantenerse pese a la yuta por todos lados, el bozal debe convertirse en capucha más pronto que nunca, la fiesta debe ser el respiro de nuestras pasiones alteradas. El fuego, la bomba es la única forma de hacer frente a este año de la caca donde los únicos que sonríen son el dominio, sus defesensores y por supuesto sus falsos críticos ansiosos por ir a botar. Rizoma y no raíz. Voy por una cerveza muy helada y aprovecho de recomendar un Instagram que estoy utilizando cyberpunk muy relacionado con los tiempos oscuros que vivimos https://www.instagram.com/existencialistcyberpunkcontent/
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