“(…) Y un tipo o polo esquizo-revolucionario que sigue las líneas de fuga del deseo, pasa el muro y hace pasar los flujos, monta sus máquinas y sus grupos en fusión, en los enclaves o en la periferia, procediendo a la inversa del precedente: no soy de los vuestros, desde la eternidad soy de la raza inferior, soy una bestia, un negro.” (Deleuze & Guattari)

martes, 6 de enero de 2015

El antisocial como otro sueño masturbatorio del capitalismo


Por alla el 2011 me encontre con un texto que se presentaba bajo el rimbombante nombre de "el anarquismo antisocial" , como la Jovencita que era -y sigo siendo (acá no hay profetas)- en ese entonces lo compré y luego hasta lo reivindique. Por este tiempo más contemporáneo, con un poco más de lecturas y reflexiones comprendo que dicho llamativo manifiesto era la reacción obvia y resentida (aún reivindicable el resentimiento) de todxs aquelles que nos afectamos de frenesí cuando nos toco estar de niñes -y aún parece que lo somos- en cada espacio de socialización forzosa, de lxs mismas que no hicimos amigos en la escuela y nos fabricaron la culpa como autocastigo por ello. 
El anarquismo como conjunto de saberes incluso en su esencia heterogénea me resulta totalmente contrario a cualquier postura antisocial, aunque obviamente para algunos anarquistas no y me fusiono con ellos al menos en el deseo resentido de asociabilidad ya que sin identificarme como tal (como anarquista) también estoy en ese proceso de entropía y deserción, pero renegando de la funcional y vendible etiqueta del antisocial.
El antisocial parece ser no una posición de resistencia a la sociedad, sino dehecho un invento de los dispositivos de producción de espectáculo de la misma sociedad, todo parece indicar que el fin es la construcción objetiva del arquetipo "antisocial" y como el capitalismo opera a nivel de deseos, ha vuelto al antisocial un sujeto deseable dentro de su lógica y estética.
Me atrevería a decir que el antisocial vende porque es el deseo de los intelectuales y universitarios del capitalismo y en ningún caso de la resistencia, es sospechoso que el ser antisocial sea la fábula de todo artista burgués que no tiene problema alguno con sobresocializar en museos y teatros (morgues del arte burgués), el deseo antisocial parece ser el sueño masturbatorio perfecto de todo jovencito eurocentrista que se llama así mismo antisocial para vender su poesía del YO, la del antipoeta, la del que se dijo maldito pero a todas luces es una mierda buena onda.
La resistencia aviva el deseo de huir, pero por favor antes quememos al antisocial, no tratemos de reconocernos como otro ser sino negarnos como tal.

1 comentario:

  1. Calza con cómo el capitalismo territorializa absolutamente todo, parece no tener afuera... es interesante la reflexión, y creo que nos invita a pensar estratégicamente un punto de resistencia que no sea detectable (y si acaso existe),para desde ahí crear otras formas de vida, o incluso devastar los dispositivos y las potencias del enemigo...

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