Si tuviese que definirme como alguien que escribe, me definiría como aquel que no sabe escribir, he pasado los últimos años de mi vida trabajando, por lo mismo es muy posible que cualquier persona con formación universitaria completa escriba mejor que yo. Pero cuando pienso en escribir, se me ocurre que ya no es el tiempo de los buenos escritores, al menos yo no le compro a nadie que este vivo, más bien me siento cómodo leyendo los escritores muertos y quienes están vivos pero como yo tampoco saben escribir. Se me ocurre escribir pensando en Alanis, seudónimo de la escritora que me vendió a mi y a mi pareja sus cuentos en un bar cualquiera de la quinta región, en el vagabundo que casualmente me encontré en la calle una madrugada mientras salía con mis ex-colegas de un trabajo cualquiera, y que me hablo de pezoa véliz como si fuese su propio padre mientras sostenía a duras penas una botella plástica con licor dentro, posiblemente el más barato. Hay tantas marginalidades con relatos orales o escritos que contar y en este momento histórico creo que es ahí donde están las mejores (o las peores tal vez) historias, veraces y no fantasías del espectáculo. Carlitos Jesús por ejemplo.
Igual creo que es necesario generar la resistencia desde quienes no estamos en la academia y tenemos algo que decir. Porque no somos intelectuales ni queremos serlo.
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