“(…) Y un tipo o polo esquizo-revolucionario que sigue las líneas de fuga del deseo, pasa el muro y hace pasar los flujos, monta sus máquinas y sus grupos en fusión, en los enclaves o en la periferia, procediendo a la inversa del precedente: no soy de los vuestros, desde la eternidad soy de la raza inferior, soy una bestia, un negro.” (Deleuze & Guattari)

sábado, 26 de enero de 2019

Ni yo ni ella. El individualista es capitalista

No apoyo el individualismo, ni siquiera en sus posturas más antagónicas, tuvo para algunos movimientos políticos cierta importancia histórica pero ahora (tal vez siempre) no es más que el producto deseante a través de la máquina capitalista, esto entiéndase en los términos esquizoanaliticos (léase -por favor!- el antiedipo, mil mesetas de deleuze y guattari). Estar depresivo es individualista, las tristezas deben ser colectivas o serán nuestra peor batalla. Es obvio que nos sentimos tristes, estamos inmersos en sociedades de control padeciendo miseria económica, afectiva y sexual pero si no somos capaces de socializar las tristezas, volverlas espacios de encuentro común estaremos solos pero ni tan solos, esa sería la verdadera tragedia de nuestras vidas. Tratar de olvidar las identidades que apelan al individuo no implica despolitizarse de las corrientes clásicas, llámense marxismo o anarquismo, sino utilizar estos saberes también como encuentros; producción y difusión de los mismos. 

Las vivencias no vuelven más, perderlas como individuo depresivo, consumidor, ciudadano o obrero es una estupidez, ya perdimos la mejor instancia de todas, la manada de los niñxs, donde no éramos nadie, donde solo los adultos estaban encargados de ponernos nombres y uniformes, seguir perdiendo la batalla contra la sociedad del individuo, es seguir siendo perdedores como supuestos revolucionarios. El Imperio siempre estará interesado en indentificarte como Uno. En cambio si nos perdemos en espacios comunes, la conspiración cotidiana producirá el fuego que llegara cómo mala hierba a donde duermen nuestros enemigos, la burguesía planetaria, los imperiales al servicio de la norma y el poder. 
Malditos, todavía quedan corazones indómitos por las noches, sin nombre y sin dios, con olor a pólvora negra y rabia entre miradas cómplices de quienes ya dejaron buscar reconocimiento o autocondesedencia, cualquiera de esos deseos que han sujeto a nuestras pobres y miserables vidas deben terminar. 

2 comentarios:

  1. El caballo de Nietzche3 de marzo de 2019, 19:37

    Me quedo con colectivizar nuestras penas, nuestras rabias y organizarlas. Un abrazo!

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