La alteridad debe ser exterminada, tal como dice Pedro García Olivo, se transforma en lo diverso. El negro encaja en la diversidad de la cultura blanca, el marica pasa a ser un homosexual funcional al régimen heterosexual y así las otredades dejan de fugarse para integrarse al Imperio. A la otredad resistente, todo el peso de la normalización y el disciplinamiento social, pero en pos de la inclusión e integración por supuesto. Procesos normativos a cargo de buenos intencionados agentes disciplinarios; la función psi, la asistencia social, la pedagogía y la filantropía son los encargados de normalizar y exterminar cualquier fuga o cultura disidente. Este conjunto de agentes e instituciones normalizadoras encuentran discapacidad en el analfabeto que disfrutaba su cultura de la oralidad, invaden la ruralidad para escolarizar a todo niño huérfano del saber global, se trata de aplastar culturas disidentes en nombre de la educación y uno que otro valor de la cultura dominante. El gitano, el mapuche, el mendigo -por nombrar algunos ejemplos- serán declarados enemigos públicos a menos que participen de la escuela, del trabajo, en definitiva; a no ser que sean integrados en la diversidad de la cultura capitalista.
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