Ha triunfado el Gran Hermano, su campo de acción panóptico ya es un hábito internalizado de tiempo completo, produce la subjetividad policial a nivel de los deseos de su población. Ya no necesita policías uniformados para reprimir el desorden, los que quedan son residuos necesarios de simbolismo (como lo fue el cuerpo del rey), y sometimiento del delincuente esquizo que recorre la periferia produciendo guerra civil y líneas de fuga. El ciudadano-vigilante es el policía cuerdo y educado de la sociedad disciplinaria, es también el espectador de quién hablo Guy Desbord, éste nuevo brazo policial fue formado en las escuelas, ni el ignorante del campo pudo escapar a la escolarización e instrumentación pedagógica que crearon al ciudadano disciplinado.
Las sociedades europeas se presentan en américa latina como la libertad prometida, la izquierda sobresocializada se regocija de encontrar en europa más escuelas que comisarías, pero solo participan en la promoción del Gran Hermano: la sociedad disciplinaria perfeccionada, donde la administración no reprime sino normaliza, corrige, regula. El mundo feliz.
"Una sociedad tiene todos los delincuentes que se merece." Emma Goldman.
El caso del delincuente juvenil capturado por ciudadanos, desnudado y envuelto en plástico, es un ejemplo del triunfo del panóptico, no hicieron falta policías uniformados para reprimir al ladrón de celulares -la vigilancia es cualquier mirada ciudadana-, los justicieros ciudadanos supieron someterlo en pos de la paz ciudadana y la justicia social. Tal como dice un artículo, es sabido que la ciudadanía no actuaría igual con sus amos, con sus patrones; esto porque significaría ir contra su educación y buena conducta aprendida, lo cual necesariamente implica no ser ciudadanos justicieros sino esclavos vengativos.
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