“(…) Y un tipo o polo esquizo-revolucionario que sigue las líneas de fuga del deseo, pasa el muro y hace pasar los flujos, monta sus máquinas y sus grupos en fusión, en los enclaves o en la periferia, procediendo a la inversa del precedente: no soy de los vuestros, desde la eternidad soy de la raza inferior, soy una bestia, un negro.” (Deleuze & Guattari)

miércoles, 12 de noviembre de 2014

El rebelde siempre vende

La rebeldía vende, esto no sorprende, participo en un periódico que vende porque lo identifican como rebelde, pero cuando se lee causa mucha más peste. En todo intercambio capitalista, para que un producto pueda venderse en la rueda, necesita que sea temporal y plástico, la rebeldía no es excepción a esto, no por nada se tolera y felicita en el jovencito (es de esperar que tenga pene), tal como decía tiqqun, las muecas del rebelde siempre venden. El problema viene a ser otra vez la identidad (la del rebelde), y los aparatos de verificación asociados, en este caso mediáticos. Cuando determinados autores venden no suele ser por sus obras, sino porque la maquinaria social los construye como identificaciones y arquetipos de algo, llámese "rebeldía" u otra cosa. La verificación social traduce al rebelde, este siempre vende. Dirán que nietzsche vende, dirán que foucault vende, y lo hacen, pero no por el contenido de lo que escribieron, sino como productos que fueron construidos desde la intelectualidad académica. El autor siempre vende, es cierto. Parte de negarnos a la rueda de venta-producto-compra consiste en el abandono total de la autoría, esta siempre personaliza, y funciona a partir del deseo producido de reconocimiento. No es "el subversivo", la subversión vive en la multiplicidad, en la negación a la identificación, a Ser.

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