La familia es la institución de soberanía e individualización que se sigue promocionando con fuerza desde los discursos humanistas, mediáticos, de poder político, y a veces de los llamados críticos. No conviene su abolición, es precisa su reforma interna para justificar su existencia frente a posibles fugitivas. La familia, al ser soberana de los cuerpos, administra sus vidas, les impone compromisos, normas y se encuentra en funcionalidad con las instituciones disciplinarias; se desarrolla entre la familia y éstas, una cohesión necesaria para la normalización del niño. Michel Foucault decía: "...la familia, en cuanto obedece a un esquema no disciplinario, a un dispositivo de soberanía, es la bisagra, el punto de enganche absolutamente indispensable para el funcionamiento mismo de todos los sistemas disciplinarios"(1). El padre soberano escolariza al hijo, la escuela hace el resto. Foucault dirá que "para estar obligados a ir a la escuela, es preciso que actúe esa soberanía que es la familia" (2). Se trata de producir individuos normales, evitando la fuga creadora; se ejecuta entonces, el asesinato de las niñas por guía familiar. Pero la familia no se nutre sólo de su modelo tradicional, sino mucho más de los procesos de reformas que le han modificado sus apelidos, PARTE de mantener esta vieja institución se trata de codificar su presentación, pero dejando su fin soberano intacto. Por esto último, tiene sentido hacer perdurar ciertos contratos sociales (puede ser por asunto jurídico o ético): maternidad obligatoria, vida en pareja monogámica, reconocimiento de los hijos, prohibición del incesto. Dichas obligaciones se suelen enmarcar en retóricas humanistas y/o románticas que también les justifican.
El asesinato de la familia no es tan simple, cuando su estructura se encuentra en crisis -como sucede hoy-, no es sinónimo a priori de un buen porvenir, puesto que en la familia hecha trizas se introduce una serie de dispositivos disciplinarios disfrazados de "asistencia social". Aparecerán entonces, los orfanatos, escuelas de tiempo completo, correccionales de posibles marginados, y la no menos importante terapia psiquiátrica. En todas esas instituciones se tratará de conservar el modelo familiar. Llegarán los vigilantes, ahora llamados "tíos", se sumarán los carceleros, psicólogos o pedagogos de la subjetividad dominante, bajo el nombre de "hermanos mayores". En todo caso, se sigue tratando de conservar esa familia ausente. Algo parecido decía David Cooper: "La familia, como ya hemos visto, se ve repetida indefinidamente en su anti-instintividad por todas las instituciones de esta sociedad" (3).
Creo que la reforma es nefasta y se debe destruir a la familia, pero CON un proceso de entropía acompañado de un devenir de la manada y de los niños huérfanos. Abandonar la paternidad se tratará no sólo de caminar a la extinción, sino también de desarrollar un campo de resistencia y desterritorialización en la relación que tenemos con las niñas que llamamos hijas. Es preciso dejar de ser padres, matar al padre soberano, abolir este rol para destruir cada cuestión asociada; entonces, nos volvemos niñxs todxs. Manada solidaria sexual-afectiva y ya no (más) familia.
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Notas
(1) Clase del 28 de Noviembre de 1973, El poder psiquiátrico, Michel Foucault(2) Clase del 28 de Noviembre de 1973, El poder psiquiátrico, Michel Foucault(3) La Muerte de la Familia, David Cooper (1971)
Menuda mierda
ResponderEliminarpero provoca
Eliminarprofundo y cierto..... no somos el software que nos instalaron, podemos resetearnos a nuestro gusto cuando queramos...
EliminarPura resistencia y accion. Mierda en todas partes
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