“(…) Y un tipo o polo esquizo-revolucionario que sigue las líneas de fuga del deseo, pasa el muro y hace pasar los flujos, monta sus máquinas y sus grupos en fusión, en los enclaves o en la periferia, procediendo a la inversa del precedente: no soy de los vuestros, desde la eternidad soy de la raza inferior, soy una bestia, un negro.” (Deleuze & Guattari)

lunes, 27 de octubre de 2014

Entre delincuentes nos entendemos

Cualquiera dira que lo siguiente es una defensa al delincuente y al criminal, o una suerte apología a estos, pero no es lo uno ni lo otro. En realidad pretendo sumarme a una no tan nueva iniciativa, la de reapropiarnos del crimen y la delincuencia, nociones con pasados históricos y distintas sensibilidades sociales frente a ellas. Me gustaría referirme al delincuente y al criminal siempre como enemigos públicos del orden burgués. Es cierto que ambas especies son creaciones jurídico-disciplinarias con fines persecutorios; de juicio, corrección y castigo. No obstante por ahora me parece una estrategia de resistencia abrazar el crimen y la delincuencia, no como creaciones o identificaciones jurídicas, sino como los agenciamientos periféricos y disidentes frente a los estados ordenados y disciplinarios. El delito y el crimen son siempre políticos, porque se enmarcan en determinados contextos políticos, entonces politizarlos en la disidencia será extremadamente necesario. En mi intolerancia me cuesta entender porqué algunos críticos prefieren llamarse, o peor aún, identificarse así mismos como los "luchadores sociales y/o populares". Como leí por ahí, la verdadera resistencia se encuentra donde uno menos lo espera, en ese sentido y no otro creo que cuando todo delincuente y criminal se encuentren como disidentes, deviene la revuelta. Habrá que dejar de desenmarcarse o de temer a los flujos de antipoder que se avecinan en la delincuencia y el crimen. Pero si deberemos desmovilizarnos de lo que llaman "social" y "popular". De seguro aparecerán luchadores mediaticos y moralistas que nos acusen de criminalizar la protesta, y tal vez eso hacemos. Pero con mis amigas no queremos protestar, queremos hacer la guerra. Ellos se regocijan de su ilusoria pureza de luchadores de esa ficción que llamaron "pueblo", nosotras no desconocemos que entre delincuentes y criminales se encontrarán pensamientos repudiables, en todo caso parte de politizarnos será dejar de ser humanos, promover nuevas formas de subjetividad y abandonar la tonta búsqueda de la pureza.

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