Me veo en un almuerzo no-familiar con Dexter Morgan y los cirujanos Troy/McNamara que recién habían escapado del profanador de la belleza, El Cortador. Se supone que comeríamos solo vegetales pero solo yo soy vegetariano, al menos Dexter trajo carne humana, esperemos que sus amigos policías no se hayan enterado, después de todo fue bueno no haber invitado a Debra y a la agente Scully, aunque nunca fueron reales servidoras del panoptismo.
En el postre era dudoso no sentirse como Hannibal Lecter, pero yo no me querría sentir como un psiquiatra (¡los odio!), pero el postre tristemente no eran los vegetales sino una molesta catarsis de moralidad humanista frente al almuerzo maldito, pero ya saben lo que dicen: Dios ha muerto, todo está permitido. Y la venganza se justifica. No tendríamos este juicio colectivo de no ser por los cirujanos cristianos, porque Dexter ya mató a Dios, o a su padre.
Me gustó mucho. Me gustaría leer más cuentos terroristas ;)
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