“el panóptico (…) debe ser comprendido como un modelo generalizable de comportamiento; una manera de definir las relaciones de poder en la vida cotidiana de los hombres”.
Michel Foucault, Vigilar y Castigar (1980)
Foucault no se equivoca cuando en Vigilar y Castigar elabora en torno al Panóptico de Bentham una teoría aplicada en la organización social. A diferencia de sus antecesoras; las sociedades soberanas donde existía el dualismo de siervo-señor, amo-esclavo, vigilante-vigilado, organizaciones típicamente violentas, en las sociedades disciplinarias todos nos convertimos en amos y esclavos, en vigilantes y vigilados; un Panóptico generalizado no solo como arquitectura carcelaria, sino mucho más como forma de mantener en circulación el poder disciplinario.
Del libro que leo ahora de Foucault, El poder psiquiátrico, que son clases transcritas que realizo el filósofo en los 70, extraje este esclarecedor fragmento:
"El poder disciplinario no es discontinuo; implica, al contrario, un procedimiento de control constante; en el sistema disciplinario uno no está a la eventual disposición de otra persona, sino perpetuamente bajo la mirada de alguien, o en todo caso, en situación de ser observado. No está, en consecuencia, marcado por un gesto hecho de una vez por todas o por una situación planeada desde el inicio; uno es visible y está constantemente en situación de ser mirado. De una manera más precisa, podemos decir que en la relación de poder disciplinario no hay referencia a un acto, un acontecimiento o un derecho originarios; al contrario, el poder disciplinario se refiere a un estado terminal u óptimo. Mira hacia el porvenir, hacia el momento que todo funcione por sí solo, y la vigilancia no tenga más que un carácter virtual, cuando la disciplina, por consiguiente, se haya convertido en un hábito."
(Clase del 21 de Noviembre de 1973. El poder psiquiátrico, Michel Foucault)
Orlando Esquizo.
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